martes, 29 de enero de 2013

Carta de un nadador: “no se puede vivir del Amor”


Gabriel Diaz, el autor, escribe sobre natación en su blog nadadoresargentinos.blogspot.com.ar, de donde ha sido extraída esta nota.
Hace 11 años que nado , 9 que compito, pase por muchas alegrías y muchas tristezas, decepciones frustraciones. Vi chicos empezar a dar sus primeras brazadas y a mi corta edad ya los vi dejar el deporte. Me llego la edad de decidir que hacer, si nadar o estudiar. ¿Se pueden hacer las dos cosas?
Elegí tuve mi experiencia, no me fue tan bien. Deje la natación. No quería saber nada, la negué, la abandoné, me abandoné. Me puse a estudiar (Derecho), trabajé, ayudé a mis padres. Practiqué basquet y waterpolo. Viaje a Europa, conocí otra cultura. Disfruté por más de dos años lo que era la vida de una persona “normal”. Si, “normal”.
¿Qué es ser una persona normal? Alguien el cual no tenia esa obligación de tener que ir a entrenar todos los dias doble turno, descansar bien antes de cada uno, alimentarse correctamente, restringirse del verano con amigos, irse de su casa por semanas desde joven. Alguien quien no sabía lo que era morirse, vomitar, llorar, gritar del esfuerzo y así aun tener que continuar. Pero de a poco, al encontrarme solo, conmigo mismo, al ver imágenes y amigos; me volvían esas ganas de ser “el nadador”. Aquel chico reconocido, al cual todos felicitaban. Ya no quería ser anónimo, o ser un empleado más, o lo que sea que fuere. Quería volver a ser yo mismo de nuevo. ¿ Quería volver ? Si. ¿Pero cómo? Quería volver de otra manera. Mucho más maduro, pudiendo haber visto desde lo más lejos que pude llegar a ver la natación, desde el otro lado. Esta vez queria volver pero para siempre. Todas las experiencias vividas me hicieron dar cuenta de una cosa: que yo no era ni más ni menos que yo. Aquel pibe que dedicaba toda su vida al agua, al entrenarse y superarse, día y noche, mes a mes, año a año. Y que ya no podia negarlo más, no había espacio en mi mente para esconder tal sentimiento. Yo era “el nadador”…
Pero ¿qué hacia con la vida del yo “normal”?
Habían sido dos años en los cuales mi madurez fue extrema, pase de ser un nene de mamá que le llevaban el yogurt y la barrita de cereal al colegio para que estuviera bien alimentado, para poder entrenar a la tarde; a trabajar para suplantar la ausencia de un padre que se habia ido a buscar un mejor futuro al viejo continente, a ser el hombre de la casa, y luego partí, a Europa. Y viví en carne propia, con 19 años lo que estar solo completamente. Trabajar para comer, vestirme, ir al supermercado, convivir con mi novia y muchísimo más. Todo eso me quedo bien guardado en mi cabeza y fue lo que me dió la madurez que necesitaba para volver a encontrarme conmigo mismo y saber ahora mas que nunca que quería realmente.
Pero eso que quería, no lo quería bajo las mismas condiciones. Lo quería de otra manera, más relajado pero a la vez intenso. Más distendido pero a la vez concentrado. ¿Qué quería si quería blanco y negro a la vez? ¿A donde buscaba llegar?
El tiempo que estuve alejado de la competición pude sumergirme en varios mundos, el mundo universitario, el del basquet, el del trabajo asalariado, el del waterpolo, del ocio. Y siempre me surgía la misma pregunta… ¿por qué el nadador no puede vivir de lo que le gusta? ¿Por qué no pueden dedicarse como los abogados que se dedican a la abogacía o los psicólogos a la psicología?. ¿Por qué desperdiciamos tantos años dedicados al agua? Si un nadador competitivo a la edad de 20 años lleva media vida de profesión y lo hace porque le gusta, ¿por qué lo deja drasticamente y se mete en un mundo totalmente desconocido el cual tiene que volver a empezar desde cero? Lo tiene que hacer porque hasta el día de hoy nada ni nadie pensó en nosotros, los nadadores. Digo nadie; y me refiero a alguien que se plantee estas cuestiones y tenga la determinación suficiente como para empezar y culminar algo que haga cambiar la realidad del “nadador”. Y digo nadador porque nos toca a nosotros. Pero le pasa lo mismo a los corredores, a los ciclistas, a los garrochistas y demás deportistas de nuestro país; y Latinoamérica me atrevo a decir también. Tendría que haber alguien que se ocupara de la economía de los nadadores, alguien que medianamente le resuelva sus necesidades básicas, sus gastos deportivos y como en toda profesión a la que se le dedica 6hs: su ganancia. ¿Sino el día de mañana de que vive un nadador?
El nadador le dedico “profesionalmente” años de su vida, pero nunca fue retribuido como tal. ¿Y si nosotros nos dedicáramos solamente a nadar, como cualquier otro deportista “profesional ” lo hace? Me refiero a profesional, y hablo de futbolistas, basquetbolistas, y voleybolistas; que son los que ahora se me vienen a la mente. Son deportes en equipo, captan masas, si, pero estos deportes alguna vez fueron como el nuestro, amateur. Y alguien tuvo la lucidez de cambiar las cosas y lo logró. También puedo citar deportes individuales como el automovilismo, o en todas sus categorías el boxeo.
¿Que no tiene la natación que si tienen los demás deportes? Nada. Existen millones de personas en el país que adoran a la natación; y disfrutan de ver un buen nadador deslizarse por el agua como un pez. Tenemos costa, ríos, lagos, miles de piscinas y cada vez abren más y más en todo el país. ¿Entonces, un problema de masas no es, no? ¿Cuál es el problema? ¿Quizá porque la natación en Argentina no vende? No podemos dedicarnos como deberíamos… Creatividad y determinación.
Tiene que llegar esa mente que vea la natación como un deporte y a su vez como un manera de vivir, de ganarse el pan, de mantener una familia. La natación tiene que dejar de ser solo un deporte amateur, mal apoyado por los entes gubernamentales. Tiene que desprenderse del Estado, dejar de depender de fondos públicos. Independizarse. De esa manera crecerá la natación en este país. Que un nadador nade, como si fuera un trabajo, que sea su sustento de vida. Que haga lo que le guste, a su vez escale a nivel profesional, logre sus objetivos .Y una vez terminada su carrera deportiva, traspase todos sus conocimientos a las generaciones que le siguen. La natación es un deporte muy lindo. Según los médicos y especialistas el más completo de todos, pero a su vez para muchos el más ingrato también. Pasamos un tercio de nuestros días entrenando. Hagamos que ese esfuerzo no haya sido en vano. Defendamos nuestro deporte, lo que nos gusta.
Hoy, no me pregunten cuando ni como hacerlo porque no sé. Pero lo que si sé, es que hay que cambiar estas mentes del siglo XXI, mentes del “ya todo esta inventado, el auto tiene cuatro ruedas, los futbolistas están forrados, y la banana es buena para los calambres”. Cambiemos esas cabezas seamos creativos, tengamos determinación tenemos todo para cambiar. No sigamos siendo los “no apoyados”, “los sacrificados”. No abandonemos este hermoso deporte, vivamos por mejorarlo, por llenarlo de condimentos que lo hagan mejor y podamos vivir realmente de el. Dejemos atrás el amateurismos, hoy en día ya somos profesionales, apliquemos la importancia y seriedad que merece. El mundo cambio, el deporte cambio. Que nos devuelva todas esas horas invertidas, no solo en laureles sino también en moneda corriente. El 70 % de nuestro cuerpo es agua, el 70% del mundo es agua. Nadar no es lo habitual en el humano, nosotros lo hacemos y cada día lo perfeccionamos más y más. Somos una raza distinta, que hoy en día lo hace por amor… pero del amor no se puede vivir.

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